Entre estrellas y pisquerias

A la vuelta de Isla de Pascua, salimos zumbando hacia el norte chileno, porque entre pitos y flautas se nos estaba yendo el tiempo de las manos y aún quedaba mucho por hacer.
Y como en capítulos anteriores nos habían recomendado mucho el valle del Elqui, que nos quedaba a medio camino entre Santiago y el desierto de Atacama, así que allá que nos fuimos.

El valle del Elqui es famoso por dos cosas, es tierra de pisquerias (bodegas de Pisco) y al ser medio desértico, las nubes pasan poco por allí y es un gran lugar para ir a un observatorio a ver que se cuece en la galaxia.

Entre los muchos pueblos que hay en el valle elegimos quedarnos en Vicuña, y con gran acierto la verdad, por que fuimos a dar con el alojamiento de Rita, que hizo nuestros días en el valle mucho mejores. Y, como ya nos ha pasado antes, nos quedamos más de lo previsto por lo a gusto que estábamos.

Panorámica del valle del Elqui

Panorámica del valle del Elqui

Vicuña es un pueblito intermedio que goza de un microclima más húmedo, lo que les permite ciertos cultivos, entre ellos la uva, y esto lo han tomado muy en cuenta los productores de pisco, por que todo el valle es un viñedo. El pisco, para los que no conozcan, es un destilado de uva, tipo aguardiente, que aunque es la bebida nacional del Perú, no quita para que los chilenos clamen que en realidad son ellos los que lo inventaron y blablabla… ya sabéis, discusiones de vecinos.
Nosotros que somos más neutrales que Suiza, lo bebimos en ambos países y todos contentos! 🙂

Visitamos la bodega Chapel, el mayor productor de pisco del país, y bueno, las bodegas ya sabéis como son… vista una vistas todas, el proceso es el mismo en todas partes y lo que uno quiere es la cata!
Pero bueno vimos las cubas, los alambiques, los tanques de fermentado y todo lo que nos quisieron enseñar. Terminamos la visita con la consabida cata, que resulto bastante inquietante, ya que no probamos ni un solo pisco! :O

Sala de destilado de las pisquerias

Sala de destilado de las pisquerias

Crema de pisco, cóctel de maracuya, y no se que más rollos, pero un pisco así, mondo y lirondo no pudo ser.
En mi mente me veía visitando bodegas en la ribera del Duero y de cata teniendo un mosto, un kalimotxo y un zumo de uva… como diría Papuchi raroraroraro!
Así que nos compramos nuestros propios pisco, que convertimos en pisco sour con mucha gracia!

Valle del Elqui, con sus pisquerias

Valle del Elqui, con sus pisquerias

Siguiendo los consejos de Rita reservamos para ir a uno de los observatorios de la zona y aprovechar que había posibilidades de ver Venus, Júpiter y Saturno. En el observatorio tiene un señor telescopio, aunque según nos contaron era pecata minuta comparado con los más grandes que se estaban fabricando ahora. En cualquier caso, para profanos en la materia el que tenían allí estaba genial, con una de esas cúpulas que se mueve según donde quieras apuntar… vamos que te sientes Carl Sagan!
Nos contaron algunas cosillas del espacio, vimos Júpiter (que mola mil!) nebulosas, estrellas… un poquito cielo para hacernos una idea. Y la única idea que te queda clara, es lo insignificantes que somos, y lo inalcanzable para la imaginación que es el espacio.

Si alguna vez tenéis la oportunidad de visitar algo así, no lo dudéis! Y con esto y un pisco sour, a Atacama que nos fuimos…

Blanca por el mundo

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