Entre lagos, ríos y volcanes

A la vuelta de Chiloé nos quedamos otra noche en Puerto Montt para devolver el coche y organizarnos un poco. Por la mañana en el desayuno coincidimos con Petrana e Iván, madre e hijo búlgaros que se convertirían pronto en nuestra nueva familia búlgara :).
Iván volvía de estar tres meses en la estación búlgara de la antártica (lo que ha generado en mi más de una idea para el futuro) y Petrana decidió aprovechar la oportunidad para unas merecidas vacaciones.
El caso es que nosotros teníamos que devolver el coche y ellos iban a alquilar uno, total que lo llevamos claro! Y resulto que llevábamos la misma ruta, así que muy amables se ofrecieron a llevarnos hasta el volcán Osorno, nuestra siguiente parada.
Lo más cercano al volcán es la población de Ensenada, donde esperábamos un pueblo y encontramos algunas casa desperdigadas sobre la carretera y algún que otro alojamiento.

El volcán Osorno

El volcán Osorno


Por la tarde fuimos a ver los saltos del rio Petrohué y el lago de todos los santos donde se puede cruzar a Argentina en ferry.

Saltos del rio Petrohué

Saltos del rio Petrohué


El lago de Todos los santos

El lago de Todos los santos


A la mañana siguiente la intención era subir al volcán Osorno, intención que se vio un pelín truncada por unos desprendimientos de roca que había y que dejaban el acceso cortado. Aun así ser podía subir hasta 1600 metros, y como Iván tenia el mismo plan pues allí nos fuimos los tres.

Con Iván en Osorno

Con Iván en Osorno


Vista desde el volcán Osorno

Vista desde el volcán Osorno


Como ahí no había mucho más que hacer al día siguiente decidimos marcharnos y muy amables nuestros amigos que también se marchaban nos acercaron a un pueblo donde tomar un bus. Como curiosidad de esta zona decir que diez días más tarde el volcán de enfrente, el Calbuco, decidió volver a la vida, reventó y llenó de cenizas medio Chile y parte de Argentina, así ser las gasta la naturaleza!
El caso es que nosotros seguimos viaje sin rumbo fijo y terminamos en Valdivia, ciudad de la que no sabíamos nada, la verdad, pero que nos ha encantado! Verdaderamente no sabemos si la ciudad tiene mucho encanto o no pero tiene dos cosas graciosísimas y por eso nos gustó. Un mercado de verduras y pescado que se te va la cabeza y leones marinos!

Delicias varias en el mercado de Valdivia

Delicias varias en el mercado de Valdivia


Frutas y verduras en el mercado de Valdivia

Frutas y verduras en el mercado de Valdivia


¡Pescaditos frescos!

¡Pescaditos frescos!


Crustáceos varios

Crustáceos varios


Si sí amiguitos, resulta que si pones un mercado de pescado a la orilla del rio, ser corre la voz entre los leones marinos que vienen nadando a ver que se cuece! Y claro unas vez que te has pegado la paliza, pues te quedas, pero no en el agua ¡no! Por la noche suben las rampas de los embarcaderos y a dormir en la acera! Que estábamos dando una vuelta cuando vemos una piedra gigante que echaba como humo, que de pronto se mueve y empieza a gruñir… susto over 9000, que estos bichos tienen un tamaño señores!

Leones marinos a la espera del aperitivo

Leones marinos a la espera del aperitivo


Y después de unos días de disfrutar mucho de ambas cosas tocaba seguir camino, y eso hicimos dirección Pucón!
Pucón es un pueblín en la falda del volcán Villarrica, y a orillas del lago Villarrica. ¿qué por qué no ser llama Villarrica el pueblo? ¡Hombre! ¡Porque ese es el pueblo de al lado!
A Pucón íbamos mayormente por que el volcán Villarrica había entrado en actividad hacia unas semanas y parecía muy buen plan ver un volcán en erupción, ser evacuados y toda la historia ¡Que oportunidades así no se tienen todos los días (bueno, en Chile parece que si :))!

Vista del volcán Villarica desde Pucón

Vista del volcán Villarica desde Pucón


Total que llegamos al hostel y ¡sorpresa¡ nos encontramos con nuestras familia búlgara. Pero no contentos con eso al día siguiente nos encontramos con Mirla, una chilena muy simpática con la que habíamos cruzando en autostop a las torres del Paine, y que estaba trabajando en el hostel. Se confirma que el mundo es pequeño ;).
La realidad volcánica de Pucón no fue la esperada, el volcán se había puesto en modo “de tranquis” y solo tenía una fumarola sin más. Y llovía.
Así que después de una cena muy agradable con nuestra familia búlgara y de aceptar que los volcanes no erupcionan cuando una quiere, hicimos las maletas hacia mejores climas y costa. En cualquier caso, la ruta de lagos y volcanes chilenos, aunque menos violenta de lo que nos habría gustado, es espectacular y preciosa!

Blanca por el mundo

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